Antes de la pandemia, la cineasta Virna Molina realizaba un film sobre el futuro. Pero el confinamiento interrumpió el rodaje. El COVID 19 se cobró la vida de varies trabajadores del Subte, protagonsitas del film, y la propia cotidianidad de la cineasta cambió para siempre. El futuro distópico del que hablaba la película se transformó en un presente nunca imaginado. Virna convirtió este proyecto interrumpido en un ensayo existencial, filosófico y humano sobre la nueva “normalidad”, experimentando con las herramientas del lenguaje cinematográfico que el aislamiento le permitió. La virtualidad borronea nuestra existencia, y el amor capturado en las cintas personales es un foco de resistencia.