A los ochenta años, Don José padece una hernia y confía curarse con un curandero. Doña Clara le reza a los santos para proteger a sus cabras y que su familia tenga salud.
Dos padres ancianos, acechados por la vejez en el campo, sostenidos y cuidados por su hijo Serafín. Frente al auge de los pastores evangelistas, la película muestra otras formas de percibir el entorno de la vejez y la relación que esta tiene con la fe y su carga de espiritualidad.